FlamencaMente: Un proyecto sobre la conexión entre el flamenco y la psicología
Flamenca Mente es un proyecto de investigación que quiere dar base científica al potencial psicoeducativo y terapéutico que puede tener el flamenco. Leemos todo el tiempo que el flamenco es bueno para el cuerpo y la mente, pero ¿qué significa exactamente? El tema es vasto y complejo, y Matilde intenta darle forma con las herramientas que ofrece su formación continua en Psicología y en el baile flamenco. Ha colaborado con Festivales, instituciones y academias en Italia, España y otros países europeos como Irlanda y es increíble cómo personas de procedencias tan distintas puedan encontrar algo íntimo en esta forma artística, transformando su propio sentir en golpes, manos al aire, pulsaciones, vueltas, jaleos y miradas.
El taller nos conduce a los orígenes del flamenco, cuando los gitanos perseguidos y marginados por ser distintos, cantaban y bailaban sus penas. De esta forma este arte se convierte en un estímulo para la creatividad y un himno a la diversidad como recurso vital. Este taller propone una nueva didáctica que fomenta la participación, la diversión y la armonía entre los participantes. Los límites toman formas distintas, algunos son más visibles, otros menos, pero nos unen con el otro porque son comunes a todos, haciéndonos más humanos. Los estilos del flamenco expresan todos los matices de las emociones, que ofrecen un importante potencial para entrenar la propia introspección. Es inmediato encontrar en el flamenco algo personal que podamos contar.
¿Qué es lo más importante que has aprendido construyendo este proyecto?
Este proyecto nació mucho antes de que tuviera una forma definida. Creció conmigo día tras día desde los 11 años hasta ahora. Para mí el flamenco ha sido espejo e instrumento para conocerme, para descubrir mis miedos y mis límites, observar como mi cuerpo cambiaba con los años, medir mi constancia y mi valor, ponerme a prueba constantemente. Cuando era niña y me ponía la flor en la cabeza me costaba asumir la forma de una mujer flamenca, así que me rebusqué por dentro hasta descubrirme, por fin, fuerte. Cuando todo dentro de mí era vacío y tristeza, de la Alegría, mi primer baile en solitario, sólo podía bailar su Silencio, la parte más melancólica. Fue allí, encima de ese escenario, que entendí que bailando podía ser honesta, podía ser yo misma, y no había escapatoria.
Bailo como soy, sin excusas. Fue en ese momento, vestida con un traje blanco y los labios pintados de rojo, que lloré con mi baile y entendí la línea sutil que existe entre cuerpo y mente. Transformé mi sentir en una vuelta y una caricia al aire y defendí mi baile ahogado hasta el final. Fue entonces que observando mis formas flamencas me entendí a mi misma en toda mi fragilidad y valentía. Me agarré a mi baile durante una adolescencia confusa, buscando una identidad, el reto de todo adolescente. Mi espejo bailado me devolvió una imagen que me gustaba y que me ayudó a encontrar un camino, algo que podía defender en autonomía como algo mío, que nadie me podía tocar. Esta fue la motivación para escribir mi tesis al final del Bachillerato sobre el potencial del arte para la elaboración del trauma. De forma sencilla y espontánea, con coherencia y sinceridad, el encuentro casual con el baile flamenco me acompañó hasta Sevilla, donde seguí encontrando conexiones entre la Psicología y el arte flamenco, descubriendo mis primeras respuestas en un caluroso piso de estudiantes después de la primera temporada de exámenes. Tomaba clases de baile todos los días, daba voz a mi cuerpo, me analizaba en la clase, me emocionaba bailando letras amigas, que me pillaban de sorpresa descubriendo mi sentir sin avisarme. Por la tarde corría a las clases de Psicología en la Universidad, con el cuerpo todavía relajado después de bailar, buscando con curiosidad entre teoría y teoría, mis respuestas. Todo ello me llevó un día al despacho de un profesor que me decía que la Psicoterapia era como una danza con el paciente, que me hablaba de ritmos y silencios, como un baile sin traje. Le dije que quería hacer una investigación sobre el potencial terapéutico del baile flamenco y que la quería hacer con él. Siempre lo tuve claro sin pensarlo, lo sentí, como cuando bailo.

¿Cómo preparas una sesión del taller?
Normalmente tengo un tema a desarrollar que tiene que ver con un aspecto de nuestra psique, como el “El rito del flamenco: el gesto que afronta la crisis”, “Emociones a compás”, “La identidad”, La autoironía”, “los estereotipos de género” …
A partir de eso, reviso la literatura a mi disposición para entrelazar cada faceta de ese tema con el arte flamenco. Pienso entonces en la representación del tema elegido a través del baile flamenco, planteando unos ejercicios y moldeándolos según la dinámica de la sesión y sus diferentes partes, siempre dejando espacio a la improvisación y a la reflexión grupal final. Es imprescindible escuchar el ritmo del grupo, eliminando ejercicios e inventando otros en el momento inmediato de la sesión. Mi formación en sicoterapia Sicodramática, mi experiencia con los grupos y mis estudios sobre terapias vivenciales, musicales y corporales me ayudan a configurar la sesión teniendo en cuenta elementos como el tiempo, el espacio, las dinámicas grupales y los tipos de ejercicios propuestos, según los objetivos específicos de cada sesión. Siempre paso unos cuestionarios anónimos de satisfacción a los participantes para saber lo que funciona y lo que no, cómo se han sentido con respecto a la conducción del taller y conmigo, lo que se han llevado del taller… Luego recojo el material, hago un resumen del taller, haciendo una valoración de ello. Normalmente me gusta dar un feedback a los participantes, devolviendo frases, reflexiones o músicas compartidas. Quiero precisar que el enfoque todavía no es terapéutico y por ahora tengo mucho cuidado con ello, aclarándolo a la hora de impartir cada taller. A pesar de los resultados satisfactorios recogidos en mi investigación acerca del flamenco como medio terapéutico, es importante investigar más y ser éticos, ofreciendo una labor de calidad, siendo conscientes que se tocan temas íntimos y delicados y hay que estar adecuadamente formados para ello. Por ahora, se trata de un trabajo educativo en fase de formación e investigación, para un futuro abordaje terapéutico adecuado. Es un ámbito nuevo que exige un protocolo que lo defina y estudios cuantitativos que a pesar de la complejidad del estudio puedan validar empíricamente los beneficios. Sin embargo, la experiencia acumulada y la trayectoria del baile flamenco nos sugiere que es el baile universal de los invisibles, el instrumento de resiliencia de los excluidos; los gestos de empoderamiento y catarsis afrontan la crisis personal, del pueblo gitano y humana, recobrando un sentido en el rito compartido del flamenco.
¿Crees necesario el análisis terapéutico del taller para comprender la profundidad del flamenco?
Creo que es más bien al revés, hay que conocer la profundidad del flamenco para un análisis terapéutico del taller. Hay que conocer muy bien el instrumento que se utiliza, el flamenco y el encuadre terapéutico que se aplica, en este caso. De esta forma se crea un espacio íntimo, seguro y confidencial para que el grupo se exprese y se mueva libremente. El flamenco, si se aprecia y se conoce en su potencia, es un instrumento que ofrece mucho material sobre el que trabajar, que te inspira y te toca, sencillamente y con pureza.